Tus manos
Tus manos de alfarera
me hacen continuamente.
Ni yo envejeceré ni tú morirás.
El que envejece no lo hace por amor,
sino por desengaño:
tú seguirás viviendo en mi palabra.
En mis versos, a veces, rompo rimas,
pero mantengo la cordura
-esas son cosas del alma;
ahí yo no pongo nada-
y pongo galardón a la ternura.
Mi musa crece en tierra trabajada
y a su lado brota manantial sereno
y compostura.
No dejaré que me invada
la furia del exabrupto ni el descuido
de fonema salido de ordenanza;
soy poeta de ternura
y de gusto por la palabra.
Yo puse cerco a tu cuerpo,
tú pusiste cerco a mi alma.
Tus brazos y mis brazos
cerraron el cerco
y encontraron un solo cuerpo
en una sola alma.
Sólo con ternura se apaga el miedo,
sólo con ternura se cree en el amor,
sólo con ternura se mira al cielo,
sólo así se ve la hermosura de los dos.
-Esas son cosas del alma;
ahí yo no pongo nada-.
Fernando Martín
Tus manos de alfarera
me hacen continuamente.
Ni yo envejeceré ni tú morirás.
El que envejece no lo hace por amor,
sino por desengaño:
tú seguirás viviendo en mi palabra.
En mis versos, a veces, rompo rimas,
pero mantengo la cordura
-esas son cosas del alma;
ahí yo no pongo nada-
y pongo galardón a la ternura.
Mi musa crece en tierra trabajada
y a su lado brota manantial sereno
y compostura.
No dejaré que me invada
la furia del exabrupto ni el descuido
de fonema salido de ordenanza;
soy poeta de ternura
y de gusto por la palabra.
Yo puse cerco a tu cuerpo,
tú pusiste cerco a mi alma.
Tus brazos y mis brazos
cerraron el cerco
y encontraron un solo cuerpo
en una sola alma.
Sólo con ternura se apaga el miedo,
sólo con ternura se cree en el amor,
sólo con ternura se mira al cielo,
sólo así se ve la hermosura de los dos.
-Esas son cosas del alma;
ahí yo no pongo nada-.
Fernando Martín
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